Siempre hemos hablado de lo bueno que es el deporte, lo practicamos en el colegio, nos lo recomiendan los médicos, cada vez lo practica más gente (últimamente está de ‘moda’ correr), muchos de nuestros referentes son deportistas,… pero sin embargo la mayoría no lo practica o es algo que hace cuando el resto de obligaciones se lo permiten. ¿Por qué?
Unos por supuesto por motivos personales (falta de hábito o simplemente, por que no les gusta), pero hay muchos que no lo practican por falta de tiempo (¡al menos eso es lo que se dicen así mismos!).
En lo personal está claro que el deporte es bueno para nuestra salud (tanto mental, como física), pero ¿qué ocurre con el trabajo?
Por experiencia personal cada día tengo más claro que el deporte aumenta tu productividad en el trabajo (empiezo el post con los argumentos profesionales, y lo termino contando mi experiencia personal y aportando algunos consejos).
Los días que consigo sacar tiempo para correr antes de empezar a trabajar, mi productividad se multiplica por dos y por tres.
Si es bueno para nosotros y para nuestro trabajo, ¿por qué no incluirlo como una tarea más dentro de nuestras obligaciones diarias?
El deporte como parte de tus responsabilidades laborales
Implantar esta cultura dentro de las empresas, y más en las de cierto tamaño, es algo difícil pero estoy seguro de que sería beneficioso.
Obviamente no se trata de obligar a nadie a hacer deporte. Se trata de propiciar que se den las circunstancias necesarias para que quien quiera pueda hacer deporte dentro de su jornada laboral y que cada uno fuese responsable de priorizar correctamente entre trabajo y deporte.
Que el deporte sea parte de tus responsabilidades implica que debes priorizarlo sobre otras tareas.
Para mi este es el mayor obstáculo para las empresas, ya que no todo el mundo tiene las capacidades necesarias para hacerlo.
Para que el deporte pueda ser parte de tus obligaciones laborales, es necesario que seas una persona organizada y responsable.
Desgraciadamente sabemos que esto no ocurre en todos los casos. Pero seguro que los grandes gestores y los expertos en recursos humanos, encuentran la manera de controlar estas situaciones en las grandes empresas, y que lo que aporta de positivo el deporte, sea mucho mayor que estos pequeños problemas.
Leyendo un poco sobre el tema, he encontrado un montón de post que apoyan mis argumentos:
Mi experiencia personal con el equilibrio entre el deporte y el trabajo
Siempre he hecho deporte, pero nunca he sido demasiado constante. Unas temporadas no paro, y otras sin embargo no hago prácticamente nada.
El único deporte que no he dejado de practicar ha sido correr. Empecé con 7-8 años y sigo haciéndolo.
Desde 2011 me lo estoy tomando más en serio, pero ha sido desde principios de 2014 cuando empecé a darme cuenta de lo beneficioso que era para mi productividad.
Eran meses de un nivel de trabajo bastante alto. Se juntaron el lanzamiento de El Arte de Medir, las clases en Kschool, escribir el tercer libro, conferencias,.. y por supuesto ¡vivir! J
Creo que tanta presión hizo que buscase válvulas de escape, y correr me ayudaba enormemente a relajarme. Pero no solo a eso. Además de mejorar mi estado de salud y de ánimo, volvía de los entrenamientos con soluciones a problemas del trabajo.
Así que empecé a hacer más deporte y, ocasionalmente, a entrenar durante mi jornada laboral (aunque cada vez creo menos en los horarios fijos para trabajar. Trabajo a tope cuando es necesario (sea la hora que sea y el número de horas que haga falta), y cuando no, hago otras cosas).
Los resultados no han podido ser mejores. Además de encontrarme mejor, mi productividad ha aumentado considerablemente.
Lo que más dispara mi productividad son los entrenamientos moderados a primera hora, aunque no siempre me los puedo permitir por carga de trabajo (y si, soy incapaz de levantarme a las 6 am para correr. Necesito dormir unas 7 horas y soy incapaz de acostarme pronto. ¡Aunque todo llegará!)
Lo que tengo claro es que para ser constante entrenando no puedes esperar a tener un hueco. Tienes que crearlos. Y si ese hueco lo tienes durante tu jornada laboral, debes aprovecharlo.
Todo cambió cuando aprendí a correr de verdad
Para poder trabajar después de entrenar, tienes que hacerlo con cabeza. Si te agotas no podrás combinar ambas cosas. Por eso te recomiendo que si quieres tomártelo en serio, lo hagas de la mano de un profesional (Uno de verdad. No todo el que trabaja en un gimnasio o dice ser entrenador personal sabe realmente lo que hace).
Desde que empecé a tomármelo más en serio en 2011, comencé a entrenar con Óscar de las Mozas (fundador de Coentrena). En ese tiempo Óscar me inculcó la filosofía del deporte orientado a la salud, a sentirse bien.
Después de muchos años corriendo, me enseñó a correr de verdad. Aprendí que para que el ejercicio sea beneficioso, tenemos que hacerlo con cabeza, debemos cuidarnos. No se trata de intentar ir más deprisa a toda costa.
Ahora se que estoy en forma cuando termino de correr y no estoy cansado. Por supuesto que noto cierta fatiga, pero siento que podría correr varios kilómetros más.
Así que si te ha picado el gusanillo, os recomiendo poneros en contacto con Óscar (tanto si queréis correr, como poneros en forma haciendo ejercicio). Además de ser un grandísimo profesional, es un tío espectacular.
Os dejo sus datos de contacto: web, Twitter: @coentrena y email coentrena@coentrena.com (decidle que vais de mi parte).
Media maratón de Aranjuez. Marzo 2012 (no es la mejor foto, pero es la única que he encontrado)
La foto que acompaña al post (running) es de ShutterStock
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