Hago deporte desde pequeño. He practicado todo tipo de deportes: baloncesto, fútbol, artes marciales, paddle, esquí,… todos ellos los he practicado durante años, pero el único que me ha acompañado hasta hoy es el atletismo.
Desde pequeño he corrido con cierta constancia. Siempre me ha gustado y nunca he sido especialmente bueno. Simplemente disfruto del ejercicio y de los beneficios que me reporta: salud, vía de escape al estrés, forma física, etc.
Pero no ha sido hasta 2011 que me lo he empezado a tomar más en serio. Después de 5 años corriendo con mayor constancia y mejor método, he conseguido meterlo dentro de mi rutina personal y profesional.
Ahora estoy tratando de dar un paso más. Llevo dos meses corriendo 5 días a la semana (de Lunes a Viernes). Alguno fallo, pero por lo general suelo cumplir.
Conseguir esto no es un gran logro, pero si requiere ciertas dosis de disciplina y esfuerzo. Reflexionando sobre estos años (especialmente sobre estos últimos meses), me he dado cuenta de que el deporte me ha enseñado más de lo que pensaba.
El deporte fortalece el carácter
Una cosa es la idea de correr y sentirse bien, y otra muy diferente es cumplir con unos entrenamientos y unos objetivos concretos.
En nuestra cabeza todo es muy bonito, pero luego hay que ponerse a ello.
En mi caso el gran cambio ha sido madrugar cada día para salir a correr. Me han hecho falta dos meses para empezar a meterme en esta rutina. ¡Y todavía hay algún día que me pregunto porqué narices me he levantado!
No es un gran logro lo sé, de hecho es una tontería, pero es la meta que me puse y lo he conseguido. Y para ello he necesitado vencer a la pereza, al cansancio físico, a la carga de trabajo y a este tremendo calor.
Ahora pongamos las cosas en perspectiva. Cuando pienso en los esfuerzos que hacen otros corredores aficionados y más aún, los deportistas profesionales, es cuando empiezo a valorar el esfuerzo necesario para llegar a ciertos niveles.
Y lo que me queda claro que, además de las condiciones físicas, etc. etc. lo más necesario es un carácter fuerte y templado para asumir la carga de trabajo y cumplir con los entrenamientos.
El carácter puedes tenerlo de serie, pero el deporte te ayuda a moldearlo y fortalecerlo.
Si conocéis algún deportista, algo más que aficionado, estaréis de acuerdo con lo que os digo.
La constancia es la virtud por la que todas las cosas dan su fruto
Da igual cuáles sean tus capacidades. Si trabajas duro y eres constante vas a mejorarlas. Es un hecho.
En el trabajo lo tengo más que comprobado. Las personas constantes son las que se terminan llevando el gato al agua. Pueden no ser los mejores en algo, pero su trabajo diario les lleva a conseguir grandes cosas. La constancia compensa sus puntos débiles.
Son las que pasados los años la gente suele señalar diciendo: “mira que suerte ha tenido, ha conseguido X”. Lo que no alcanzan a ver, son los años de trabajo duro y constante. Mi lema es “trabaja duro y la suerte te encontrará”.
En el deporte ocurre lo mismo. Si eres constante los resultados llegan. Obviamente no todo es constancia (las capacidades naturales juegan un papel importante), pero si es verdad que es el factor común en todos los deportistas.
La lucha es contra uno mismo
Todos tenemos cierto grado de competitividad dentro. Es un factor extra que nos lleva a realizar un esfuerzo extra para superarnos a nosotros mismos.
Pero para ser competitivos debemos estar preparados.
Ya sea compitiendo dentro de una empresa por un puesto mejor o como emprendedor, si quieres conseguir tus objetivos tienes que ser mejor que el resto.
Por eso cuando nos quejamos sobre las causas de nuestros problemas, antes de atribuirlos a causas externas, debemos mirarnos en el espejo. Debemos pensar en las cosas que hemos hecho mal y en las que debemos mejorar para que nuestros problemas no se repitan y no buscar culpables (muy típico en las empresas).
La imagen que acompaña al post (corredor) es de ShutterStock
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